La naturaleza estructurada de la fabricación la convierte en un entorno ideal para los robots humanoides. Sin embargo, mejorar la capacidad de estos robots para interactuar con los humanos es crucial para avanzar de la automatización básica a la colaboración eficaz.

Si hay una tecnología que genera más entusiasmo que la inteligencia artificial (IA) actualmente, es una aplicación específica de esta: los robots humanoides. Muchos expertos del sector anticipan que la aparición de una nueva generación de robots con forma humana desencadenará una de las transiciones más significativas en el mercado laboral global. Por ejemplo, Goldman Sachs predice que el mercado potencial total de robots humanoides alcanzará los 38 000 millones de dólares para 2035, y se espera que una parte considerable de este crecimiento provenga de su implementación en entornos estructurados como la fabricación.

A pesar del entusiasmo actual en torno a los robots humanoides, persiste un debate considerable sobre su diseño. Un aspecto de este debate se centra en su forma física, mientras que el otro se centra en su capacidad de interacción similar a la humana.

La suposición de que diseñar un robot con forma humana mejora inherentemente su funcionalidad no es tan sencilla como parece. Sin embargo, existen argumentos convincentes que respaldan la eficacia de este factor de forma:

1. Compatibilidad con entornos construidos por humanos : Gran parte del mundo está diseñado en torno a la forma humana, incluyendo hogares, tiendas y fábricas. Por consiguiente, un robot con aspecto humano puede navegar y operar con mayor eficacia en estos espacios, beneficiándose de su forma y movilidad similares a las humanas.

2. Interacción instintiva : Los humanos prosperan naturalmente en las interacciones interpersonales. La tesis postula que si una tecnología está diseñada para parecerse a nosotros, es probable que interactuemos con ella de forma más intuitiva y cómoda, lo que facilita interacciones más fluidas.